El Tragachicos de Zaragoza es uno de nuestros trabajos más emblemáticos por su historia y por su realización.
La tradicional Figura del Tragachicos de Zaragoza o llamado en otros lugares como Tragaldabas o como Tragantúa, está inspirada en los personajes de las novelas de Gargatúa y Pantagruel del escritor francés Francois Rabelais en las que describe las peripecias de dos gigantes, padre e hijo, con grandes dosis de humor.
En Zaragoza las noticias más antiguas que tenemos hablan de una figura de » coloso aspecto » y grotesca en sus formas. Se presentó en 1867 según datos del archivo municipal y ésta era su imagen en los primeros años del siglo pasado, según obra en el archivo de Ibercaja que a continuación mostramos:
Desde luego nada tiene que ver este feroz personaje con las interpretaciones que posteriormente se han venido realizando. Y es que el encargo de su recuperación como Figura festiva nos fue solicitado con la imagen de un baturro en disposición de comerse a quien tuviera la » osadía » de presentarse ante sus fauces.
Y así lo comenzamos. En primer lugar bocetamos y modelamos una maqueta que pudiéramos utilizar para realizar la espectacular escultura, a tamaño real, del Tragachicos de Zaragoza.
Con ayuda de andamios y poleas conseguimos terminar la fase inicial de creación y conseguir reproducirla en la Figura de Tragachicos, totalmente hueca en su interior para poder instalar la estructura del tobogán. Todo ello se fijó sobre la plataforma – remolque que lo sustenta y transporta.
Paso a paso fuimos progresando hasta tener la decoración delantera, dentro de la cual se sitúa la estructura de acceso exterior e instalamos la de salida interior. Llegados a este punto solo restaba comenzar a decorarlo con los colores tradicionales con los que conocemos a nuestro querido Tragachicos.
Así ,tras semanas de trabajo, el Tragachicos de Zaragoza estaba concluido. Solo restaba trasladarlo desde nuestras instalaciones hasta el centro de la ciudad.
De nuevo la tradición se impone y las nuevas generaciones podrán guardar en su memoria el recuerdo y la emoción de sentirse engullidos por el fenomenal gigantón que todos conocemos con el nombre del Tragachicos de Zaragoza.